Resonando en mis oídos los acordes de esa magnífica pieza que avala casi siempre los grandes western, y después de ver la lección que nos da Robert Aldrich sobre la avaricia humana en ese todos a por el oro, cada uno por sus propias circunstancias como diría Ortega y Gasset, oro con el que se financió la Revolución de Juarez que pretendía fundar una República en un inestable Méjico, en este western imprescindible pleno de acción y humor.
Además de las connotaciones históricas, que el film fue realizado en México con extras mejicanos de pura cepa a excepción del elenco actoral, donde brilla con luz propia nuestra saritísima, Sara Montiel y su salvaje belleza que encandiló a un ya maduro Gary Cooper con el que mantuvo una aventura, al que acompañó en el protagonismo el artista circense Burt Lancaster con su amplia sonrisa de malvado, junto con unos secundarios de lujo como Ernest Borgnine, Jack Elam o Charles Bronson, además de la belleza de Denise Darcel y la elegancia de César Romero en esta película inolvidable que cualquier cinéfilo debe poseer en su biblioteca.
Sobresaliente, 9, y a mi rincón de favoritas.