Todos heredamos algo de nuestros padres, yo he en concreto el amor por el noble arte, y también por el séptimo arte. A mi padre siempre le gustaron las películas bélicas... y Gary Cooper. Entre esos tres títulos que siempre repite de este excelente actor, está "El árbol del ahorcado".
Los pueblos que se formaban en torno a un negocio, a una fábrica, a un medio de vida. En el antiguo Oeste proliferaron los pueblos mineros a la busca del vil metal, del oro. Hombres embrutecidos por la vida, sin futuro y con un pasado del que no estaban orgullosos, alcohólicos, codiciosos, pendencieros, sin oficio ni beneficio, sin familia, sin futuro, sólo el presente.
El árbol del ahorcado simboliza eso y mucho más, el final de una vida, el linchamiento por los delitos cometidos, una trozo de soga mecida al viento entre sus ramas, una apariencia de justicia sin ninguna legalidad.
Película de escaso presupuesto dirigida que Delmer Daves y Karl Malden, que además protagoniza al hombre embrutecido, y como contraposición el hombre cultivado, un doctor en medicina que interpreta un avejentado Gary Cooper que arrostra su pasado, y en medio un ángel, una mujer ciega que se enamora de sus manos, de su voz, de su presencia. Grandes actuaciones también de María Schell y Ben Piazza, y destacar a un desconocido George C. Scott.
Espectacular fotografía en un entorno natural incomparable, una banda sonora de western recordable y una canción que tarareas cuando las notas despiertan algo en tu memoria en esta recreación de la dura e insustancial vida del buscador de oro, donde como en la vida misma sólo unos pocos triunfan mientras los demás se arrastran con sus miserias.
Sobresaliente, 9.