Western crepuscular, que nada tiene que ver con los tópicos, ni con los esquemas de Ford, Hughes, Leone o Tarantino, de ahí su grandeza, que un joven actor, haciendo su primer pinito de director, consigue algo irrepetible, inmaculado, onírico, realista.
Kevin Costner es un actor peculiar, cuyo interpretaciones pasan por no interpretarse a sí mismo, lo que nunca consigue y por eso son tan parecidas aún en géneros muy diferentes. Como director es otra cosa, más allá de su sonoro fracaso con "Waterworld" buscando la Atlántida. Esta película, junto con otro regalo poco conocido, como "Open Range", también muy estimable, y a la altura del "Sin Perdón" de Clint Eastwood, son la verdadera esencia del western, género que han reactivado estas películas.
Esta en concreto, arropada por una más que sobresaliente banda sonora, y con una fotografía que nos transporta a la límpida naturaleza del siglo XIX, nos permite atisbar lo que eran los Lakotas, los Sioux cuando aún vivían en libertad con sus tribus y donde la propia naturaleza les abastecía de sus exiguas necesidades, donde la vida se vivía intensamente, donde la sabiduría de los ancianos era respetada y donde el hombre blanco todavía no había llegado para inocular su codicia, su envidia y su podredumbre a estos indígenas que fueron abocados a unas reservas inmundas de las que todos conocemos el resultado.
Bellas escenas, bellos diálogos subtitulados, inmensa sabiduría en unos renglones, el saborear la tranquilidad del silencio, de las noches estrelladas, del aullido del lobo, de la nobleza de un caballo, de la amistad y la generosidad de todo un pueblo, que como a multitud de animales, hemos esquilmado.
Y los momentos álgidos, esos combates perfectamente orquestados con una coreografía que se antoja perfecta, esa caza del bisonte con la manada huyendo despavorida y unos hombres, unos lakotas, que sólo cogían lo que necesitaban para sobrevivir a un invierno más, a un año más, algo que desgraciadamente ni nosotros hemos visto, ni lo verán nuestros nietos porque ya no existe, más que los vestigios de esas civilizaciones que visitamos de vacaciones sin sabor, sin ternura, sin emoción....
Para mi una obra maestra.demuestra una unión que solo el diálogo puede conseguir.Y el mito de los indios guerreros .Eran gente de paz.Es la historia que más se ajusta a mis creencias.perferta
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Western crepuscular, que nada tiene que ver con los tópicos, ni con los esquemas de Ford, Hughes, Leone o Tarantino, de ahí su grandeza, que un joven actor, haciendo su primer pinito de director, consigue algo irrepetible, inmaculado, onírico, realista.
Kevin Costner es un actor peculiar, cuyo interpretaciones pasan por no interpretarse a sí mismo, lo que nunca consigue y por eso son tan parecidas aún en géneros muy diferentes. Como director es otra cosa, más allá de su sonoro fracaso con "Waterworld" buscando la Atlántida. Esta película, junto con otro regalo poco conocido, como "Open Range", también muy estimable, y a la altura del "Sin Perdón" de Clint Eastwood, son la verdadera esencia del western, género que han reactivado estas películas.
Esta en concreto, arropada por una más que sobresaliente banda sonora, y con una fotografía que nos transporta a la límpida naturaleza del siglo XIX, nos permite atisbar lo que eran los Lakotas, los Sioux cuando aún vivían en libertad con sus tribus y donde la propia naturaleza les abastecía de sus exiguas necesidades, donde la vida se vivía intensamente, donde la sabiduría de los ancianos era respetada y donde el hombre blanco todavía no había llegado para inocular su codicia, su envidia y su podredumbre a estos indígenas que fueron abocados a unas reservas inmundas de las que todos conocemos el resultado.
Bellas escenas, bellos diálogos subtitulados, inmensa sabiduría en unos renglones, el saborear la tranquilidad del silencio, de las noches estrelladas, del aullido del lobo, de la nobleza de un caballo, de la amistad y la generosidad de todo un pueblo, que como a multitud de animales, hemos esquilmado.
Y los momentos álgidos, esos combates perfectamente orquestados con una coreografía que se antoja perfecta, esa caza del bisonte con la manada huyendo despavorida y unos hombres, unos lakotas, que sólo cogían lo que necesitaban para sobrevivir a un invierno más, a un año más, algo que desgraciadamente ni nosotros hemos visto, ni lo verán nuestros nietos porque ya no existe, más que los vestigios de esas civilizaciones que visitamos de vacaciones sin sabor, sin ternura, sin emoción....
Matrícula de honor, 10.
Para mi una obra maestra.demuestra una unión que solo el diálogo puede conseguir.Y el mito de los indios guerreros .Eran gente de paz.Es la historia que más se ajusta a mis creencias.perferta