Un hombre condenado a muerte por la violación y asesinato de una niña de 16 años es puesto en libertad al comprobar a través de una prueba de ADN que no pudo ser el culpable. Han transcurrido casi veinte años, y la pena de muerte se pospuso hasta en cuatro ocasiones.
Vuelve a intentar adaptarse a la vida en libertad con su familia, que ya le daba por muerto. Además, los que le acusaron veinte años atrás, quieren volver a acusarle, sobre todo el senador actual que fue su fiscal en el juicio.
Algo huele a muy podrido en su condena.
Largos silencios, con una gran actuación que refleja la soledad de un hombre que estuvo casi veinte años en el corredor de la muerte, y como disfruta con pequeñas y absurdas cosas que no le permitían hacer.Avasallador y totalmente impregnado de ternura, de la que desprende esta serie y el personaje de Daniel.Serie para degustar tranquilamente, sin prisa, pero sin pausa. Serie de grandes diálogos, y de grandes silencios, con soberbias interpretaciones. Esos diálogos intimistas, ese hablar con uno mismo hasta que te cansas de hablar, hasta que no sabes que estás hablando ni tan siquiera lo que te estabas diciendo, esa profunda soledad de veinte años con uno mismo como único compañero... y el silencio como un grito desgarrador clamando por la injusticia.
Esta serie tiene muchas cosas, pero sobre todo destaca esa tremenda sensibilidad a la hora de afrontar todas las cosas, de las más nimias a las más duras y obscenas.
Una pequeña obra de arte. Matrícula de honor, 10.