Después del desastroso intento de la segunda entrega que acabó con la magia de una excepcional "Highlanders", desertó todo el mundo a excepción de Christopher Lambert, que se arriesgó a continuar la saga bajo la dirección de Andrew Morahan, que al menos la reconduce a su espíritu anterior, sin rozar el ridículo de los productores de la infame segunda.
No tenemos la banda sonora de Queen, Sean Connery no hace acto de aparición ni en los recuerdos de Lambert, pero nos conduce de nuevo a sus orígenes, Escocia y sus bellos paisajes, el escocés tiene que forjarse una espada siguiendo las viejas técnicas y lo hace en compañía de la atractiva Deborah Kara Unger, que le hace desentrañar recuerdos de su pasado durante esos 500 años de vida por desentrañar, y nos presenta a Mario Van Peebles como el malvado adversario, que con malvado tendría bastante y no como payaso de feria para arrancar una sonrisa al espectador, algo que creo que no se consigue a pesar de la multitud de gags para ello.
Con todo a mí me ha gustado, he vuelto al espíritu de "Highlanders" y he pasado un buen rato.
Mi nota, un 6.