Todo es falso en esta película, y es algo que recorre las primeras escenas hasta enraizar en cada espectador, que se pregunta el porqué de esa relación de familia impostada que huele a la legua, eso sí, rodeada de lujos y glamour, hasta que Derrick Borte, el director, te lo aclara.
Mercadotecnia, la envidia al servicio del consumo, la envidia humana puesta al servicio del mercado, y por lo visto es una técnica de éxito como unos desconocidos se convierten en el centro de la vida de un barrio y cómo todo el mundo se quiere parecer a ellos, vivir como ellos, vestir como ellos, hablar como ellos.
Otro éxito de la película es como el director nos va desgranando los personajes, poco a poco, para que los vayamos conociendo y empaticemos con ellos, o los despreciemos, siempre al gusto del consumidor y nunca mejor dicho.
Los cuatro personajes principales están bien interpretados, destacando una Demi Moore mucho más comunicativa y expresiva que en sus últimas apariciones, casi me ha recordado a aquella musa de dos décadas anteriores donde me enamoró.
Mi nota, un 6.