Sorprende lo bien que ha envejecido. Lejos de intentar repetir la fórmula de la original, Predator 2 apuesta por un tono noventero, sudoroso y excesivo que hoy se disfruta muchísimo más. Danny Glover sostiene la película con un carisma inesperado, la acción tiene set pieces memorables y la expansión del lore Yautja —especialmente el tramo final— le da a la saga una identidad propia. No es tan redonda como la primera, pero sí una secuela valiente, gamberra y muy divertida. Una de esas películas incomprendidas en su día y reivindicables ahora.
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Sorprende lo bien que ha envejecido. Lejos de intentar repetir la fórmula de la original, Predator 2 apuesta por un tono noventero, sudoroso y excesivo que hoy se disfruta muchísimo más. Danny Glover sostiene la película con un carisma inesperado, la acción tiene set pieces memorables y la expansión del lore Yautja —especialmente el tramo final— le da a la saga una identidad propia. No es tan redonda como la primera, pero sí una secuela valiente, gamberra y muy divertida. Una de esas películas incomprendidas en su día y reivindicables ahora.