En apariencia, Los viajes de Sullivan es una comedia más de los años 40, pero en realidad es una reflexión brillante sobre el valor del humor y el sentido del cine. Preston Sturges disecciona la arrogancia del artista que quiere “hablar del sufrimiento” sin haberlo vivido, y lo hace precisamente riéndose de él.
Lo que empieza como una aventura ligera entre un director y una joven sin rumbo termina convirtiéndose en una parábola sobre la empatía, la identidad y el poder curativo de la risa. Su mezcla de géneros —comedia loca, drama social, sátira de Hollywood y tragedia carcelaria— sigue resultando sorprendentemente moderna.
Joel McCrea logra un equilibrio perfecto entre ingenuidad y orgullo, y Veronica Lake aporta una frescura magnética, con un encanto que trasciende la pantalla. Sturges, por su parte, construye una fábula que se ríe de los clichés del “cine comprometido” y al mismo tiempo los reivindica, demostrando que el humor también puede ser profundamente humano.
Una comedia que piensa, un drama que sonríe. Y una de las películas más inteligentes que Hollywood ha hecho sobre sí mismo.
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“La risa como salvación”
En apariencia, Los viajes de Sullivan es una comedia más de los años 40, pero en realidad es una reflexión brillante sobre el valor del humor y el sentido del cine. Preston Sturges disecciona la arrogancia del artista que quiere “hablar del sufrimiento” sin haberlo vivido, y lo hace precisamente riéndose de él.
Lo que empieza como una aventura ligera entre un director y una joven sin rumbo termina convirtiéndose en una parábola sobre la empatía, la identidad y el poder curativo de la risa. Su mezcla de géneros —comedia loca, drama social, sátira de Hollywood y tragedia carcelaria— sigue resultando sorprendentemente moderna.
Joel McCrea logra un equilibrio perfecto entre ingenuidad y orgullo, y Veronica Lake aporta una frescura magnética, con un encanto que trasciende la pantalla. Sturges, por su parte, construye una fábula que se ríe de los clichés del “cine comprometido” y al mismo tiempo los reivindica, demostrando que el humor también puede ser profundamente humano.
Una comedia que piensa, un drama que sonríe. Y una de las películas más inteligentes que Hollywood ha hecho sobre sí mismo.