Ojalá todos nosotros teniendo una experiencia, como mínimo, parecida a la de Robyn. Poder conocer el sacrificio en tantas formas, el placer de realizarse, y por supuesto, de compartir con el mundo esa propia experiencia. Ha sido una historia entrañable.
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Ojalá todos nosotros teniendo una experiencia, como mínimo, parecida a la de Robyn. Poder conocer el sacrificio en tantas formas, el placer de realizarse, y por supuesto, de compartir con el mundo esa propia experiencia. Ha sido una historia entrañable.