Oklahoma, 1889. Unos hombres acusan injustamente a Jed Cooper (Clint Eastwood) de haber robado ganado y no dudan en ahorcarlo. En el último instante, lo salva un comisario que trabaja a las órdenes del juez Fentom. Aclarados los hechos y demostrada su inocencia, el juez aconseja a Cooper que olvide lo ocurrido y le ofrece un puesto como comisario. Su misión será capturar vivos a los que intentaron lincharlo para que sean juzgados por el juez.
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Eastwood retorna de su periplo europeo y se embarca con su productora "Malpaso" en esta historia de venganzas, en esa dicotomía entre la venganza del estado y el justiciero en busca de auto venganza, entre el linchamiento privado y el público.
Western serio dirigido por Ted Post con la guapa Inger Stevens que también busca su venganza particular, con un juez tan duro y severo que en nombre de la justicia sentencia la muerte como un grupo tumultuario decide un linchamiento privado, aunque lo que diferencia unos y otros es el juicio justo, o lo más parecido a ello.
Y también es una historia de arrepentimiento, de pedir perdón y de concesiones del mismo perdón.
Se quedó a medio camino entre un folletín y una obra maestra. Destacar la cuidada fotografía, esos grandes primeros planos donde se percibe como se expira una gota de sudor, y la excelente BSO.
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