Milagro de la ingeniería cinematográfica el lograr escenas vívidas de un combate de boxeo entre sendos robots, creados para luchar expresamente, con una espectacularidad y una crudeza que te transportan a un combate del noble arte disputados por humanos. De hecho, gran parte de los movimientos del robots son inducidos por el niño a través de un dispositivo.
Pero la película no es sólo eso, habla de un perdedor, Hugh Jackman, que fuera un antiguo boxeador sin suerte y sin talento, y de su hijo, al que tiene prácticamente abandonado y al que recupera a través del amor por el deporte y por esos robots de metal que apasionan a ambos.
Película muy entretenida, que funciona y es un buen espectáculo que es de lo que se trata cuando compras una butaca en cualquier cine.
Notable, 7.