Excepcional película protagonizado por el no menos excepcional irlandés Richard Harris, un extraordinario actor al que nunca se le concedió ese premio que todos buscan con ansia enfermiza. Su interpretación es de matrícula de honor, donde sus silencios y su capacidad facial son mejor que los mejores diálogos jamás escritos, donde paso a paso literalmente busca su supervivencia contra todo lo que la naturaleza puede zancadillear para que no lo consiga.
Excepcional trabajo del director, Richard C. Sarafian, con escasos medios. Ni el director, ni Richard Harris consiguieron ningún Oscar, ni tan siquiera fueron nominados por esta película (Harris lo estuvo en dos ocasiones pero nunca lo consiguió), ni la fotografía de la misma se llevó el más mínimo elogio. Vuelve al candelero porque esta película fue la original de la que se copió a grandes rasgos el oscarizado director Alejandro González Iñárritu por su película "El renacido", donde Leonardo DiCaprio, al que siempre se le había hurtado el Oscar a pesar de sus numerosas nominaciones, lo obtuvo, así como la fotografía de la película.
Basada en hechos reales, es una película de silencios, de ausencia de diálogo, donde el protagonista último es la propia naturaleza en todo su esplendor y en toda su furia, esos majestuosos paisajes que se suceden, esas nevadas que todo lo congelan esparciendo nieve por doquier, esas montañas insalvables, esos ríos caudalosos, con sus rápidos y sus cascadas, ese viento que aúlla dando paso a una excelente banda sonora original, otro de los aciertos de la cinta, que acompaña a los silencios , a la ausencia de diálogo, a la naturaleza en su plenitud.
Ni que decir tiene que me quedo con esta joya por delante de su secuela, aunque no lo reconozcan los productores de "El Renacido". Sobresaliente, 9.