Crítica

Segunda Temporada que incide en lo mejor de la primera, su ritmo pausado, su profundidad de personajes, su excelente fotografía, y un nuevo caso criminal a resolver con un más que sugerente punto de partida, el intento de asesinato de la Ministra de Industria islandesa a manos de su hermano gemelo intentando quemarla a lo bonzo.

Un relato pleno donde se le da una importancia inusitada a la ultraderecha europea, al ecologismo, a la homofobia y estando la derecha radical de protagonista, la xenofobia y el rechazo a la mano de obra extranjera, un mensaje que se va extendiendo, desgraciadamente por toda Europa.

Andri, nuestro entrañable oso policial, sigue al frente de la investigación junto con sus dos antiguos compañeros, que le reciben con los brazos abiertos tras su vuelta de Reikiavik tras su divorcio, y donde cobra mucho protagonismo su hija mayor, y algunos personajes de la anterior temporada.

Gran acierto dejar de ser una miniserie para ser una serie de la que esperamos con expectación su tercera temporada.