Es increíble cómo estos telefilms con un escaso presupuesto mejoran con mucho a grandes superproducciones, a pesar de la humildad de medios, que compensan con un innegable talento, unas adaptaciones de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle verdaderamente brillantes, unas excelsas interpretaciones por parte del elenco habitual y una cuidada postproducción y montaje que a mí francamente me enamoran.
Todo se queda en simplemente magia, la de esos guionistas que han sabido adaptar la obra de Sir Conan Doyle a nuestros tiempos, guiones de Steven Moffat y Mark Gatiss, que escribieron un capítulo cada uno de ellos,. Y francamente, esa magia disfraza el no saber el cómo, simplemente por el placer de contar unas horas más con las aventuras adaptadas del personaje que dejó tan hastiado y agotado a su autor, sir Arthur, que tuvo que matarlo para luego revivirlo porque la legión de fans no le permitió dejar el coche funerario con el cuerpo y enterrarlo de una vez por todas.
Un Sherlock Holmes y un Doctor Watson actualizados a los tiempos actuales, con ordenadores, móviles y GPS, y todos los adelantos técnicos y científicos actuales, sus actores principales, un magistral Cumberbatch y Martin Freeman, dos actores de peso que se meten en la piel de sus personajes hasta hacerlos perfectamente creíbles, vivos, tan intangibles como mundanos, tan galácticos como humanos. Y qué decir de la Sra. Hudson, interpretada por Una Stubbs, extravagante y cercana; Mark Gatiss como el hermano inteligente de Sherlock, altivo y lejano, intocable; la eficacia y la estupidez del Inspector Lestrade interpretado por Rupert Graves, la valentía de la esposa del Doctor Watson, Mary, interpretado por la pareja de Martin Freeman en la vida real, Amanda Abbington, con un desparpajo y una personalidad arrolladora, y el resto del elenco actoral, y de la dirección de todos y cada uno de los capítulos, todos notables y alguno sobresaliente.
Mención especial se merece Andrew Scott en esa interpretación tan personal a la vez que magistral del alter ego de Sherlock, Moriarty, y en ese duelo excepcional de intelectos que se plasma en los capítulos.
Me he tomado la libertad de hacer un pequeño comentario a todos y cada uno de los capítulos en estas cuatro temporadas con las que nos viene deleitando la serie, telefilmes que esperemos que se extiendan en el tiempo, aunque sólo sean tres por temporada, de esta obra inmortal, llevada al cine y a la pequeña pantalla por multitud de directores y actores que tienen su mérito a lo largo de la historia, pero que se quedan eclipsados ante la magnitud de esta obra.
"El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía." Parafraseando a Conan Doyle, el truco que se marcan en cada capítulo sólo se puede discernir viendo el siguiente.
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Es increíble cómo estos telefilms con un escaso presupuesto mejoran con mucho a grandes superproducciones, a pesar de la humildad de medios, que compensan con un innegable talento, unas adaptaciones de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle verdaderamente brillantes, unas excelsas interpretaciones por parte del elenco habitual y una cuidada postproducción y montaje que a mí francamente me enamoran.
Todo se queda en simplemente magia, la de esos guionistas que han sabido adaptar la obra de Sir Conan Doyle a nuestros tiempos, guiones de Steven Moffat y Mark Gatiss, que escribieron un capítulo cada uno de ellos,. Y francamente, esa magia disfraza el no saber el cómo, simplemente por el placer de contar unas horas más con las aventuras adaptadas del personaje que dejó tan hastiado y agotado a su autor, sir Arthur, que tuvo que matarlo para luego revivirlo porque la legión de fans no le permitió dejar el coche funerario con el cuerpo y enterrarlo de una vez por todas.
Un Sherlock Holmes y un Doctor Watson actualizados a los tiempos actuales, con ordenadores, móviles y GPS, y todos los adelantos técnicos y científicos actuales, sus actores principales, un magistral Cumberbatch y Martin Freeman, dos actores de peso que se meten en la piel de sus personajes hasta hacerlos perfectamente creíbles, vivos, tan intangibles como mundanos, tan galácticos como humanos. Y qué decir de la Sra. Hudson, interpretada por Una Stubbs, extravagante y cercana; Mark Gatiss como el hermano inteligente de Sherlock, altivo y lejano, intocable; la eficacia y la estupidez del Inspector Lestrade interpretado por Rupert Graves, la valentía de la esposa del Doctor Watson, Mary, interpretado por la pareja de Martin Freeman en la vida real, Amanda Abbington, con un desparpajo y una personalidad arrolladora, y el resto del elenco actoral, y de la dirección de todos y cada uno de los capítulos, todos notables y alguno sobresaliente.
Mención especial se merece Andrew Scott en esa interpretación tan personal a la vez que magistral del alter ego de Sherlock, Moriarty, y en ese duelo excepcional de intelectos que se plasma en los capítulos.
Me he tomado la libertad de hacer un pequeño comentario a todos y cada uno de los capítulos en estas cuatro temporadas con las que nos viene deleitando la serie, telefilmes que esperemos que se extiendan en el tiempo, aunque sólo sean tres por temporada, de esta obra inmortal, llevada al cine y a la pequeña pantalla por multitud de directores y actores que tienen su mérito a lo largo de la historia, pero que se quedan eclipsados ante la magnitud de esta obra.
"El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía." Parafraseando a Conan Doyle, el truco que se marcan en cada capítulo sólo se puede discernir viendo el siguiente.
Sobresaliente, 9.
Vaya tocho, Andeltor, mira que te he visto comentando en House, Mentes criminales y aquí; ésta es tu obra magna jajajaja
Te aseguro que las hay más extensas, jajajajaja....