El peligro de identificarse con Don Quijote es que la realidad también termine venciéndote. Esto mismo fue lo que le ocurrió al propio Gilliam y a su protagonista. No es la película la que está maldita, es que El Quijote, el mismo Alonso Quijano, genera una obsesión en los cineastas hasta el punto de que éstos terminan por mimetizarse con él. El propio Gilliam dice comprender más su hazaña con la edad. Tanto él como Alonso Quijano viven entre historias que, si son superadas por la realidad, si la realidad se impone, terminarán por matar al personaje, al sueño y al proyecto. Es más que un documental sobre una película que no fue, es el retrato de un Quijote moderno.
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El peligro de identificarse con Don Quijote es que la realidad también termine venciéndote. Esto mismo fue lo que le ocurrió al propio Gilliam y a su protagonista. No es la película la que está maldita, es que El Quijote, el mismo Alonso Quijano, genera una obsesión en los cineastas hasta el punto de que éstos terminan por mimetizarse con él. El propio Gilliam dice comprender más su hazaña con la edad. Tanto él como Alonso Quijano viven entre historias que, si son superadas por la realidad, si la realidad se impone, terminarán por matar al personaje, al sueño y al proyecto. Es más que un documental sobre una película que no fue, es el retrato de un Quijote moderno.