Mucho tiempo en las salas sin noticias de Álvaro Fernández Armero, que últimamente se viene decantando más por dirigir capítulos de series televisivas. Nos regala esta historia sobre la vida de una familia y sus miembros, su cotidianidad, sus rutinas, sus alegrías y sus penas, pero siempre sobre una base de humor sencillo, genuino,de savoir faire, que te deja una sonrisa en la boca a pesar de que muchas de las situaciones son para echarse a llorar, pero de verdadera pena.
Hasta el título es genuino de lo que nos ofrecen, esos trenes que pasan en nuestras vidas, y que a veces elegimos coger, otras los dejamos pasar, y muchas veces nos sobrepasan.
Buenas actuaciones de todo el elenco actoral, con sus minutos de gloria para todos y cada uno de ellos, aunque destacar siempre la belleza y la alegría que irradia Inma Cuesta y la cara de rape de Raúl Arévalo, un actor a veces sublime y la más de las veces un verdadero coñazo con esa expresión de sopa de ajo en su rostro que no cambia aunque el sofrito del pan sea superior al de los ajos cocinados en la misma.
Con todo, se pasa un agradable rato con esta comedia sobre la vida misma. Aprobado, 5.