Secuela muy marcada pues es prácticamente un calco de la original, con el mismo director, Roland Emmerich, y prácticamente con el mismo reparto con veinte años más, y aunque se echa de menos a Will Smith, la tremenda y esplendorosa bocanada de acción y esa subida de adrenalina que supone matar a estos aliens tan horrorosos y las coreografías de combates con naves espaciales en plan videojuego de aquellos de insert coin lo cubren todo, y pronto nos olvidamos del bueno de Will.
Cuenta con los mismos aciertos y la multitud de errores de la primera entrega, sobre todo ese triunfalismo malsano y ese orgullo patriótico descastado de los americanos, que siempre son los salvadores del mundo, y lo que es peor, que se lo creen.
Emmerich y la productora creen haber encontrado un filón de oro tras desenterrar la idea madre, y se sirven anunciarnos una tercera entrega de esta saga, eso sí, cambiando de escenario porque tras el volumen de la última nave, el planeta Tierra se les queda pequeño, y nos lanzan a la inmensidad del universo.
Le repito nota, porque el buen rato y el espectáculo siguen estando asegurados, y sus buenas dosis de humor, algo que siempre se agradece.
Interesante, 6.