En cierta manera esta película gatuna recuerda a Mi vecino Totoro, pues el entorno y desarrollo de Haru en el reino de los gatos se enfoca principalmente a un público infantil, por lo que su trama no llega a ser lo suficientemente profunda ni capta tanto la atención por un público algo más exigente. Máxime teniendo en cuenta que su protagonista no tiene tanto carisma si lo comparamos con otros personajes principales de las cintas de Studio Ghibli. En el caso de Haru, es un personaje demasiado torpe e idiota que va tomando cada vez peores decisiones, recayendo más el peso en los personajes gatunos. No obstante, el ambiente simpático y mágico de la película y su corta duración harán que la experiencia de visionado sea bastante amena, sin llegar a hacerse pesado a aquellas personas menos interesadas que estén acompañando a los más pequeños de la casa.
Igualmente, como toda película con el sello de Studio Ghibli, la calidad de animación de Haru en el reino de los gatos es especialmente notable, sobre todo a la hora de ver ciertos escenarios como el castillo del rey de los gatos o la gato oficina. Su banda sonora también es digna de mención, con temas compuestos por Yuji Nomi, responsable de la música de la también película de Studio Ghibli Susurros del corazón.
Si bien Haru en el reino de los gatos no podríamos catalogarla entre las imprescindibles de Studio Ghibli, sí que cuenta con el mismo encanto mágico que tienen todas las cintas del estudio japonés. Una vez te pongas con ella, irremediablemente acabarás dejándote llevar por el buen ambiente de la cinta de Hiroyuki Morita. Y tiene gatetes, solo por eso ya merece la pena ver la película.