En la vida de Buddy, irlandés de nueve años, aparecen dos amenazas: la violencia desatada contra los católicos que viven en su barrio, y la propuesta de su padre de emigrar a Inglaterra. Una tercera, la amenaza del temible infierno del que les habla el histriónico pastor, actúa a modo de leitmotiv.
Creo que nos encontramos ante una obra maestra del cine actual. Desde los ojos de este pequeño nos asomamos a las grandes cuestiones de la vida: la fe, la identidad, el primer amor… Destacaría, quizá, el papel del padre, cuya ausencia marcará de distinta forma a sus dos hijos y a su esposa, que deberá cargar con el peso del hogar y la familia. Es interesante descubrir cómo en nuestro tiempo, el padre es una figura recurrente en la literatura y el cine. ¿Acaso pensábamos que era alguien prescindible en la familia, y empezamos a darnos cuenta de su importancia?
En todo caso, el guión de esta obra es magistral. Podríamos comentar muchas cosas (sugiero el artículo de Juan Orellana para El Debate), pero me quedo con una: cómo afecta el mundo de los adultos a la vida de un niño, cómo los “infiernos” que le rodean (el leitmotiv del que hablaba) le van ayudando a crecer, a dar su propia respuesta al sentido de la vida. Y cómo, en medio de un entorno que se tambalea por la violencia, la bondad y la belleza siguen triunfando, por ejemplo, en casa de los abuelos, en quienes descubre un ejemplo para luchar, cada día, por tener una vida feliz.
Es una película bonita. La fotografía y los planos son maravillosos. Los diálogos me gustaron mucho con actuaciones muy buenas. Sin embargo, la historia no termina de cuajar. Se ven muchas influencias del cine en el director y algunas partes significativas de su infancia. Me hubiese gustado mas profundización en el conflicto que había en Irlanda de Norte con los católicos y los protestantes. Judi Dench merecida nominación a Mejor Actriz de Reparto.
Esta muy bien, cuenta un poco la realidad de los protestantes y los católicos pero no profundiza mucho, merece la pena verla