Por fin Jason Statham se desmarca mínimamente de su encasillamiento y saca su faceta de actor, con otros registros, que van desde el dolor no físico, sino sentimental, a sonreír, a mirar a las personas con pasión, no sólo con odio y tener hasta escenas de ternura como al observar la trata de seres humanos y estrechar la mano del niño/a enjaulado. Extraña relación con la monja que le hace más humano y los escasos momentos con su hija.
Buena película de Statham con un registro diferente, un notable bajo 7.
Me ha gustado ver a Jason Statham en otra faceta que no sea solo la de dar golpes.
La historia también te mantiene enganchada un buen rato.