Cuarta película de los casos del Departamento Q. Como siempre, los daneses no tienen ningún problema de hablar de los problemas de su sociedad, y los afrontan valientemente, con pelos y señales, señalando a los culpables para intentar no retroceder un ápice en su calidad de vida y en su democracia.
No todo es perfecto, ni social ni políticamente, existen crímenes atroces como hemos podido observar en los primeros episodios, y también existen situaciones criminales que rayan en la xenofobia que está latente en todas las sociedades, también en las más avanzadas.
En España, robaban los bebés a las madres menos pudiente, más desfavorecidas o simplemente abandonadas a su suerte por sus amantes y sus familias, para venderlos a familias pudientes, enriqueciéndose ilegalmente miembros de la Iglesia y del personal sanitario, así como otros estamentos de la sociedad, incluídos los políticos.
En Dinamarca, simplemente no los traían al mundo y esterilizaban a las madres por ser de una raza que ellos consideraban inferior, con la ultraderecha al frente como vemos en todas y cada una de sus democráticas elecciones donde cada vez cojen más impulso, desgraciadamente.
La puesta en escena, como siempre, maravillosas, con tres cuerpos emparedados desde hace más de una década, detonantes para iniciar esta historia de xenofobia al estilo danés.
Notable, 7.