Incursión de Ridley Scott en el extraño mundo de la comedia, para él, tan extraño que nos brinda una peculiar comedia negra, donde un hipocondríaco y neurótico estafador, fruto de sus propias neurosis y paranoias, descubre que hace catorce años fue padre, y se lanza a la piscina, y nunca mejor dicho, a ejercer de padre, mientras continúa ejecutando su peculiar trabajo de enriquecerse a costa de embaucar y engañar a las personas.
Nicolas Cage demuestra, aunque parezca mentira, el extraordinario talento como actor que tiene, talento que ha ido dilapidando a lo largo de los últimos años por ese afán desmedido de hacer caja y abonar la desmesurada deuda que mantenía y probablemente sigue manteniendo con el fisco americano. Bien secundado por Alison Lohman en el papel de su hija y por Sam Rockwell como su socio, hace un sobresaliente interpretación, y como tal hay que reconocérselo.
Buena película, con un rocambolesco final, como es toda la película. Notable, 8.