A veces, en la vida, cuando no pasas por buenos momentos, y además te encuentras sólo, echas de menos muchas cosas, y simplemente te quedan los recuerdos mejores de toda una vida para intentar cauterizar las heridas.
Eso me pasaba a mí cuando ví esta película, un dramón romántico con Kelly Preston, preciosa y humana, y Kevin Costner, a los que estos papeles de deportista en apuros se le dan de lujo. La historia es sencilla, el típico solterón estrella del béisbol con una novia en cada puerto, se enamora de una chica a la que ve sólo cuando va a jugar a Nueva York. Cinco años después de haberla conocido, y tras varias vicisitudes en la relación, vuelve a la ciudad y ella le dice que se va a Londres, y que todo ha terminado.
Y esa es la belleza de la película, mientras está realizando el partido perfecto en béisbol, esto es, que el equipo contrario no consiga llegar ni a primera base, y va realizando lanzamientos que van eliminando contrarios, Billy Chapel va rememorando su vida desde su más tierna infancia hasta los mejores y los peores momentos que ha vivido durante esos cinco años con Jane, y lo hace tan vívidamente que hasta se desconecta del propio partido mientras sigue jugando en un estadio repleto de público.
Me impactó cuando la ví y la recordaba con cariño, ahora que la he vuelto a ver me deja con una sonrisa en la boca recordando como estaba yo hace quince años y lo que he superado y vivido desde entonces.
Notable alto, 8. Bello drama romántico con aroma deportivo, para sentimentales.