No hay nada más execrable en este mundo que la pedofilia, al menos para el que suscribe, y no sólo porque es una aberración reprochable jurídica y penalmente, sino por el dolor que causa a sus víctimas, no sólo a las que asesinan para evitar su justo castigo, sino sobre todo a las que sobreviven a sus abusos que siguen padeciendo durante toda su vida las secuelas psíquicas, morales y sociales que los abusos a los que son sometidos cuando eran niños indefensos les inducen. Y no sólo incluyo a terceros, también y sobre todo a los padres y familiares más cercanos y a los sacerdotes a los que cada día se destapan más las acusaciones de pedofilía con menores que estaban a su cargo para que cuidaran de sus almas por todo el mundo, y a lo que debe poner freno la Iglesia católica si no quiere ver sus Iglesias y sus bolsillos, que es lo que más les duele, vacíos.
Nicole Kassell cuenta con dos actores con los que ha trabajado asiduamente y a los que conoce perfectamente, como Kyra Sedgwick en la serie "The closer" y sobre todo con Kevin Bacon en la serie "The following" partiendo de un pederasta que es puesto en libertad tras cumplir condena de doce años por los abusos a varias niñas, abusos que acertadamente no nos muestran a lo largo de la cinta, y que lucha denodadamente consigo mismo para no ser uno más del porcentaje de reincidentes, desgraciadamente muy elevado y que pone muy en duda su reinserción social cuando cumplen sus condenas, condenas que sus víctimas cumplen durante todas sus vidas.
Película muy estimable con una gran actuación de Bacon, que se reivindica a mis ojos como actor de cierto peso en este drama que desgraciadamente siempre está de actualidad ante los repetidos ataques de estos execrables depredadores sexuales, cuyo número aumenta dentro de una sociedad enferma cuando los que más deberían dar ejemplo son sus principales protagonistas.
Mi nota, un 6.